viernes, 26 de abril de 2013

LA METAMORFOSIS PATERNA (I)

 Metamorfosis física



Hay momentos en la vida que podríamos llamarlos monolíticos, que mientras los estamos viviendo sabemos que ya nada volverá a ser como antes y que los cambios que se produzcan harán nacer una nueva versión de nosotros aún desconocida y sin bocetos preliminares. El nacimiento de un hijo es sin dudas uno de estos momentos, nadie dirá que sigue siendo la misma persona una vez nacido su primer hijo; y si hablamos de la avenida de mellizos o gemelos la metamorfosis que sufriremos será de tal magnitud que tal vez se nos haga difícil mirar para atrás y reconocernos en nuestra lejana vida anterior.
Los cambios que a continuación voy a describir se erigieron sin preámbulos en mi incrédulo cuerpo inmediatamente nacidos los chicos y con la falsa promesa de ser esporádicos y circunstanciales anidaron en lo más profundo de mí para no abandonarme jamás.
En esta primera entrega de las metamorfosis paterna les comentaré sobre la transmutación físico/estética.

En el preciso instante del nacimiento de los gemelos algo en nuestro aspecto comienza a cambiar para siempre. Ya no volveremos a vernos como nos veíamos, la transformación ya comenzó y es meteórica. Los pocos o muchos kilos ganados durante el embarazo de nuestras compañeras, tal vez debidos a la ansiedad, desaparecen fugazmente gracias a la nueva hiperactividad y el hipo-sueño, encontrando equilibrio en un peso mucho menor al que preexistió al embarazo constituyéndonos en una versión debilitada y si tenemos mala suerte hasta encorvada de nosotros mismos. Nuestra mirada gana un aspecto entre perdido y cansado, con una chispa que sólo se encuentra en aquellos que piden auxilio.  Las ojeras alcanzan tintes de impensada oscuridad que hacen delicioso juego con nuestras nuevas barbas y crecidos cabellos, siempre prontos a ser cortadas. En mi caso cuando los chicos tenían un mes y medio decidí con valentía una noche salir a saludar a un amigo terrícola que cumplía años, abandonando así la cueva antibacteriana que construimos alejados de toda organización humana; al llegar intento recordar como es el trato con otros seres y al observar que no son pocos los que se ríen de mí pienso que mi actuación fracasó; hasta que un ser aseado, perfumado, afeitado y con su cabello perfecto me dice: Tom, que buena onda de peinado clavaste!!!...... Queeeeeeeeeee?……Flashback mental a gran velocidad en blanco y negro….... Primera imagen: máquina de cortar cabello……. Segunda: Niño llorando……Tercera: Suspensión de la tarea de peluquería….. Cuarta: Niño calmado, yo gritando:- me voy al cumple!!!......... Quinta , catastrófica y final escena: ¾ de pelo cortado en un sillón impostando normalidad.

 Así es la nueva realidad, el aseo personal pasa a jugar un papel de reparto: los primeros días nos cambiaremos a cada pequeño “provechito” que nuestros querubines nos depositen en la ropa, tiempo después ya vencidos y con la bandera de rendición en nuestro poder, nos pasearemos con ellos como si fueran escarapelas, o mejor aún, condecoraciones de nuestra estoica realidad. Y las transformaciones siguen, cada día que pasa, cada segundo nos vamos convirtiendo en un naufrago, sin rumbo, sin sociedad, pero con una isla donde volver, ese es nuestro regalo… es la mejor isla del mundo y sólo nosotros lo sabemos.

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